En el arte es muy común encontrar difusiones mutuas,
es normal observar un cuadro inspirado en una novela (Novella d'Andrea.
Marie-Eléonore Godefroid, entre otras), o las ilustraciones que traen los
libros consigo, al igual que los cuadros que son incluidos y que son la fuente
de inspiración para algunos escritores. El intercambio entre la pintura y la
literatura es denominado: “ekphrasis”, que es la descripción literal de una
obra artística, sobre todo de la pintura, y consiste en relatar o describir la
obra de arte a través de las letras, cabe resaltar que es esta figura es más
usada para contextos de erotismo y/o historia.
Este es el caso de Mario Vargas Llosa, que usa la
“ekphrasis” en sus libros, en particular en “Elogio de la madrastra” y en “Los
cuadernos de Don Rigoberto”, dos libros considerados como eróticos, en los
cuales los personajes reflejan sus ideas y fantasías a través de pinturas. Los
pintores más nombrados en las obras de Vargas Llosa son: Jordanes, Boucher,
Bronzino, Tiziano y su compatriota, Fernando Szyszlo.
A continuación el análisis de estos dos títulos:
Elogio
de la madrastra (1998)
El autor nos va induciendo en las vidas de la sensual
doña Lucrecia, la madrastra, y la satisfacción que siente con sus deseos, a don
Rigoberto, el padre, solitario fantaseador amante de su esposa, y al inquietante
Fonchito, el hijo, quien con su mirada e inocente presencia parece cambiar el
curso de todo. La reflexión acerca de la felicidad, sus oscuras motivaciones y
los misteriosos poderes de la inocencia, que se encuentra entre letras.
Los cuadernos de Don Rigoberto (1997)
Rigoberto es un empleado de una compañía de
seguros, que plasma sus ideas en las páginas de algunos cuadernos para combatir
su simple existencia. En estos se encuentra todo lo que Rigoberto no se atreve
a hacer, sus aventuras imaginadas, sus deseos ocultos, van quedando reflejados
en cada palabra escrita. Los cuadernos son como una caja de sorpresas, de la
que se van extrayendo relatos salidos de la imaginación erótica del personaje. Lo
peculiar de estas fantasías es que parten de pinturas, obras literarias y
piezas musicales. Pero contrariado al mundo de este empleado está el
inquietante ambiente de su pequeño hijo, Fonchito. Obsesionado
con la vida y obra del pintor austriaco Egon Schiele, el joven se considera la
encarnación del pintor maldito y su extraño mundo de niñas perversas y
autorretratos angustiosos. Entre ellos, la madrastra, una mujer que es para
ambos la figura principal de ese doble mundo de deseos y realidades, que a la
vez cumple con sus más exigentes fantasías. En esta obra se da a conocer ante
el lector las interpretaciones de nuestra cultura dadas a través del arte sobre los misterios del placer sensual.
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