A lo largo de los años el cuerpo ha sido objeto de estudio para las
ciencias. Por otro lado las artes también han tratado de explicarlo, pero de
una manera más profunda, una que no estudia lo superficial ni lo que quizás ya
conocemos, sino que relaciona al cuerpo humano directamente con la naturaleza,
los sentimientos, las sensaciones, su alma, su esencia y su ser.
Sin embargo, en la filosofía ha sido motivo de vergüenza el hablar del
cuerpo, el considerarlo como la “cárcel del ama”. En algunas religiones se cree
que el cuerpo es susceptible a los castigos y se realizan para “conservar el
espíritu”. Pero todo lo contrario sucede en la literatura, incluso en ese
universo que es el arte.
Al hablar del cuerpo estético se tiende, generalmente, hacia el
erotismo y el hedonismo: “el placer de los cuerpos”. Son escasas las veces en
que se refiere al dolor o a la enfermedad como elementos inseparables al cuerpo.
En la época colonial, el sadismo y la crueldad de los europeos con los nativos
en términos de su cuerpo: “la letra con sangre entra”; pues cuando se asesinaba
a un salvaje, se salvaba su alma. También en la locura y en el degradamiento
físico del Quijote, un alter ego de Miguel de Cervantes. Además está aquel
sujeto que amanece como un insecto, Gregorio Samsa, que a pesar de su grotesca
transformación, sigue su rutina y realizando sus trabajos. En adición a esto se
encuentran “La Ilíada” y “La Odisea” y su estrecha relación con la belleza
física, una condición para el héroe homérico, este héroe que es noble, también
puede ser humillado, por ejemplo, lo que sucede con Alejandro-Paris, uno de los
causantes de la guerra, puesto que es él quien rapta a Helena. “El cuerpo es posibilidad, pero también
límite”. Como lo señalaba al principio del párrafo, es placer y deseo (lo
que más detallan), pero de igual forma es enfermedad y muerte.
Existen otras relaciones entre la literatura y el cuerpo, una de ellas
es con los poemas, todos son un ámbito; un lugar que nos cautiva y envuelve,
que fija un espacio imaginario donde, si el poema nos llega a profundidad,
vivimos plenamente.
La poesía enseña el efecto matrushka, usando los espacios y lo
material como base. Incluso lo más tangible próximo a nosotros, nuestro cuerpo,
que se convierte en un ámbito variable. Es por eso que, como ya lo había dicho,
la poesía erótica es tan frecuente, habla del cuerpo como el paisaje de un
nuevo mundo que el poeta explora con fascinación.
“Siento tus firmes manos
posarse sobre mis blancas palomas,
acariciando mi piel cual suave terciopelo
y en mi cara tu aliento que me quema,
bebiéndote con avaricia mis besos.
Tus manos siguen la senda de mi desnudo
cuerpo
y desembocan en los oscuros rincones de mis
deseos,
y allí, cual firmes centinelas
del mayor tesoro que poseo,
y cual ladronas de cuento,
se apoderan de mi voluntad de hierro.”
Una
literatura erótica que no se atreva a explorar la relatividad de los ámbitos
del cuerpo deja de lado una dimensión importante de la vida.
Es por eso
que el escritor debe procurar de describir la geografía que ambienta sus
historias, pues esto hace que el lector se adentre en un mundo nuevo, que se
sienta parte del mismo y viva la narración con gran pasión. Se puede tratar de
realizar metáforas entre el cuerpo y un objeto o espacio cualquiera, para crear
una atmósfera más real, pero sin dejarla distinguir con tanta facilidad.
En
conclusión, el cuerpo, podría decirlo, se ha visto influenciado por la
literatura, y viceversa. Porque la literatura relata acerca de la realidad, en
su gran mayoría, entonces usa al humano y más que todo a su cuerpo para que
haga parte de la historia que se quiere narrar, además nótese que cuando se lee
un libro escrito con detalles precisos, el lector llega a imaginarse aquel
lugar, a tal punto de observar y sentirse dentro de ese mundo imaginario pero
que poco a poco se torna real.
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