Alexandre Dumas
Alejandro Dumas Padre; nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterês, Francia. Novelista francés hijo de un General del Ejército francés, a las órdenes de Napoleón Bonaparte, quien al morir dejó a su familia en la ruina, en 1806.
Dumas debió dejar de lado sus estudios. Viajó a París en 1823 con ambiciones literarias. Gracias a ser el escribiente del duque de Orléans, consiguió ser autodidacta.
Ya en el año 1825, se dedicó a editar poemas y relatos, representó vodeviles en diversos teatros, pero cuando verdaderamente inicio su carrera como dramaturgo fue en 1829, con “Enrique III y su corte”, , la primera manifestación de la nueva generación literaria romántica, después de un año viene el Hernani, de Victor Hugo. Antony, en 1831, que destacó los comienzos de una fase de obras incansable de dramas, tragedias y melodramas, casi todos referidos a la historia nacional de Francia.
Admiró siempre a Walter Scott, desde 1832 escribió novelas históricas, aprovechando el esplendor del género respaldado por su publicación por entregas en los periódicos. Sus primeras novelas tuvieron poco éxito, la aparición de “Los tres mosqueteros”, en 1844, representó el salto a la fama. Le ofrecían el dinero que solicitara por sus obras, dada la gran demanda de sus novelas por parte del público, lo que llevó a una verdadera explosión en la producción de Dumas. Trabajando varias horas al día, y con la ayuda de sus colaboradores, entre los que destacó el historiador Auguste Maquet, con quien trabajó durante 12 años, llegó a producir cerca de ochenta novelas, de diversa calidad. La mayoría de ellas pertenecen al género histórico o al de aventuras, en el que destaca sin duda “El conde de Montecristo”.
El trato psicológico de los personajes se equilibra por una profusa inventiva a la hora de originar las intrigas, y por el excelso dominio de los diálogos. Éste fue el motivo de que sus obras fueran continuamente llevadas al teatro. Con este fin fundó en 1847 el Théâtre Historique, en París, compañía que quebró a los cuatro años a causa de las deudas adquiridas, a pesar del éxito derivado.
La energía de Dumas le llevó a saborear todos los géneros de la literatura y, a pesar de que sus ensayos históricos no tuvieron mucha importancia, la serie de sus “Impresiones de viaje” (1835-1859), lo convirtió en el primer mentor del gran reportaje. Su paso por la política fue corto; fue nombrado capitán de la Guardia Nacional parisina, pero se indispuso con Luis Felipe, y, tras un ruidoso escándalo en las Tullerías, impugnó el nuevo régimen y volvió a la literatura. Después de dos fracasos electorales sucesivos, en marzo y junio de 1848, en 1851, escapó de sus acreedores, se exilió en Bélgica, donde escribió sus memorias, y redactó nuevas novelas de aventuras.
Regresó a Francia en 1853 y creó la revista satírica El mosquetero, que se transformó, en 1857, en El Monte-Cristo. Ante la continua censura de Napoleón III, se fue de Francia y se agregó a la expedición de Garibaldi en Sicilia, en 1860. Compró armas para el revolucionario italiano y se asentó, durante cuatro años, en Nápoles, donde Garibaldi lo nombró conservador del museo de la ciudad. Enemistado con el cardenal Francesco Zamparini, fue expulsado por los napolitanos, y fomentó en París nuevos intentos periodísticos, que abortaron al poco tiempo.
Arruinado, vivió los últimos años de su vida a costa de su hijo Alexandre Dumas, también escritor, y de su hija, Madame Petel. Simuló haber escrito más de mil doscientas obras, y, aunque engrandecía la cantidad, dejó unos trescientos libros y numerosos artículos, que hicieron de él uno de los autores románticos más prolíficos y populares de Francia y del mundo. Escribiéndole el punto final a su vida el 5 de diciembre 1870.
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