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20 de junio de 2013

La literatura de la arquitectura...

En esta entrada poco escribiré y más expondré algunos fragmentos tomadas de una entrevista por parte del arquitecto brasilero Igor Fracalossi al arquitecto chileno Germán del Sol. Sin embargo, haré una breve introducción: Vivimos en una sociedad que tiene ideas erróneas y que trata de introducirlas en la mente de los ciudadanos, por nombrar dos (que son de gran importancia a pesar de existir miles): La realidad y la vida. Quienes han conseguido salir de este círculo cerrado, comprenden que la vida no es lo que dicen, ni la realidad es lo que pintan; porque estas son inefables y equívocas. En este caso nos concentraremos en la poesía y su aporte a la arquitectura, se sorprenderán y aprenderán mucho si son capaces de abrir los ojos y la mente…
Fragmentos de la entrevista del arquitecto brasilero Igor Fracalossi al arquitecto chileno Germán del Sol
“Germán del Sol: … La arquitectura es un arte. Todo arte requiere de oficio. Pero arte es ir más allá del oficio. …Pero el arte es absolutamente distinto, y sirve para otra cosa. El arte es esencial para la vida humana, el comercio no. Lo esencial como dice el poeta argentino Hugo Mujica; es la gratuidad que nos hace humanos.
…Igor Fracalossi: Cierto día me di cuenta de que la arquitectura parece ser más un estado temporal que una cosa espacial. Cuando uno está utilizando la arquitectura como construcción quizás la arquitectura misma no exista. Solamente en el momento en que uno está contemplando la arquitectura es que quizás ella exista.
Germán del Sol: Tal vez tengas razón. Alguien dijo que nadie ha visto nunca una pieza vacía, o un bosque virgen. Porque en el momento que alguien entra, la pieza no está vacía, ni el bosque, virgen. Tal vez, las cosas solo existen si alguien las ve.
… Me arriesgo a contestarte, ¿cuál es el uso de la arquitectura? Por poner un ejemplo, en la escuela de Arquitectura de la U.C., uno no solo espera encontrar salas de clases, talleres y lugares de descanso, sino sobre todo su propio esplendor como alumno. Cuando hay arquitectura, uno ve reflejado lo mejor de sí… Para eso sirve la arquitectura. Para dar lugar al esplendor de la vida humana tal como es cuando se la mira con afecto.
Es lo que se espera por lo demás hasta de la plaza más modesta. Porque la plaza no sirve sólo para que los niños jueguen y los viejos tomemos sol, sino para que entre las casas y edificios haya un lugar vacío que no está construido y que somos capaces de dejar intocado para ensanchar el espíritu.
… Tal vez somos espectadores de nuestra vida pública, porque tenemos mucho sentido del ridículo para protagonizar las fiestas, y no sentimos el placer de estar sentados mirando pasar la vida sin hacer nada.
Igor Fracalossi: Es este temor frente a lo vacío, frente a lo que no tiene función. Si uno ve algo que está vacío, siente una obligación de llenarlo.
Germán del Sol: … Tienes toda la razón. Quizá la sociedad contemporánea le teme al vacío porque asocia el placer con la sensibilidad y no con alguna forma de espiritualidad.
… Tal vez lo que se necesita es abrir vacíos para que cada uno los llene con lo que es, y no con lo que tiene.
… La mesa sin cosas encima, la llena cada uno con su imaginación. Las plazas vacías en muchas partes del mundo, especialmente en América, se llenan de maravillas; de gente que, con sus deseos, sus esperanzas, sus fracasos y sus sueños, las llena de vida.
… Igor Fracalossi: Una vez yo escuché un actor brasilero que dijo que lo mejor amigo es aquél con quien tú puedes quedarse callado.
Germán del Sol: Claro. La única novia que vale la pena es con quien puedes estar sin hablar. Y el mejor espacio es ese donde con paso del tiempo se ha caído todo lo que sobra, y queda entonces una ruina, llena de potencial para que cada uno imagine lo que quiera. Los espacios llenos están muertos.
… Hay que tener sueños que no se puedan cumplir, para que valgan la pena, porque si se cumplen se acaban.
… La poesía es la que le da sentido gratuito a la arquitectura. Es decir la deja abierta para que cada uno vea reflejada en ella su propio esplendor.
… No hay casi nadie que se atreva a decir qué es la poesía y cuál es su relación con la arquitectura. Nadie. Por eso no se habla de poesía, pero tampoco de belleza… Yo percibo por los comentarios anónimos en internet que hay gente joven que no ha leído poesía y piensa que estas ideas son especulaciones de esnobs; que yo soy “un caballero opinando sentado en un sillón”; que para conocer la realidad “hay que salir a la calle”, con parka roja como los pobres ministros en campaña. Y yo les contesto que para pensar uno tiene que sentarse y dejar que las ideas lo asalten sin estar envuelto en la tremenda urgencia de la acción.
Jorge Teillier dice que la poesía es una moneda que tiene que estar en todos los bolsillos. También en los tuyos. Y, para no darte la lata, te voy a leer un sólo poema…
Este poema se llama “Bajo el cielo nacido tras la lluvia” y lo leo, porque es fácil explicar su relación con la arquitectura. Dice: “Bajo el cielo nacido tras la lluvia / escucho un leve deslizarse de remos en el agua”. ¿Por qué es poético? Porque siempre observamos la lluvia añorando el sol. Entonces la respuesta como arquitecto es defendernos de ella. Y entender como buena solo una parte de la realidad. No darse cuenta de que para que haya día tiene que haber noche, o que solo pasando un poco de sed se aprecia el sabor del agua fresca. Pensar, por fin los problemas se acabaron: “se acabó la lluvia, no hace falta un techo”. Entonces ¿qué nos muestra el poeta? Que hay un cielo que siempre nace después de la lluvia. ¿Qué ve el poeta? Ve que a veces la lluvia nos muestra el cielo. Que la luz que apagamos nos trae la memoria de luz. Nos muestra que la lluvia es un don, no un problema.
Y sigue… “Bajo el cielo nacido tras la lluvia / escucho un leve deslizarse de remos en el agua, / mientras pienso que la felicidad / no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.” La felicidad no es algo que se pueda agarrar y guardar. Hay mucha gente que cree que la felicidad o el dolor son momentos muy buenos o muy malos que se guardan en el corazón o en alma. Teillier en cambio dice que “…la felicidad es un leve deslizarse de remos en el agua”. O sea, el remo solo toca la felicidad en el agua, y sale. Y sale mojado, pero sale sin nada. La felicidad no es un montón de agua que tú recoges en un estanque. Es algo que se toca y se va. Entonces uno bien puede decir que la arquitectura es lo mismo. La arquitectura no es la materia que uno puede tocar, sino lo que ella evoca en uno. Es un ir y volver entre la realidad y la esperanza, entre la vida cotidiana y los mejores sueños.
… “Eso fue la felicidad –dice– dibujar en la escarcha figuras sin sentido / sabiendo que no durarían nada, / cortar una rama de pino / para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda”. O sea, la felicidad es escribir en la arena el nombre tuyo y el de tu polola antes de que llegue la ola que los borra.
Que la felicidad no se retiene. Lo más importante en la arquitectura no se retiene, se tiene que liberar con toda confianza. Los arquitectos somos, por decirte una tontera, los que ponemos la arena en la playa para que la gente escriba sus nombres y dejamos que suba el mar y los borre. Los arquitectos no somos, como creen algunos, los que hacemos un paseo de hormigón en la orilla del mar con corazones con los nombres de muchas personas, y lo defendemos del mar para que dure. Vale la tontería del ejemplo.
La arquitectura no es controlar la vida. Es darle lugar. Y darle lugar en la vida a las cosas que hoy día pensamos que no tienen valor como, por ejemplo, que los nombres se borren, que la felicidad o el dolor no se acumulen, que la oscuridad es a veces mejor que la luz, el silencio mejor que la música, la lluvia tan buena como el sol, la compañía y la riqueza tan buenas como la soledad y la pobreza elegidas…
Y ¿quién te abre esa puerta, quién te explica que eso tiene valor? Eso es lo que te enseña la poesía.”
Es tal cual lo decía Antoine de Saint-Exupery con su Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Encontrar el significado no es lo más importante, llenar el vacío tampoco, pues lo que está lleno, está cerrado, por consiguiente está muerto. Lo anterior no solo se relaciona con la arquitectura, también con las demás artes y ciencias, incluso con la vida misma, alimentada por grandes obras pero también por unos minúsculos detalles, esos que debemos aprender a valorar, para así disfrutar del esplendor y la magia que ella nos brinda.

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