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21 de junio de 2013

Los ojos del lector...

Asesinato en el Orient Express
Una novela policíaca creada por la escritora británica Agatha Christie, publicada por el Collins Crimaz Club el 1 de enero de 1934 y en Estados Unidos por Dodd, Mead and Company más tarde en el mismo año, bajo el título “Murder in the Calais Coach”. Un texto alimentado por el misterio, la intriga y la presencia del magnífico detective belga Hércules Poirot.
Su argumento se basa en lo siguiente: El Orient Express, el tren que se puede tomar todos los días, esta vez se encuentra varado en Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el susodicho tren creyendo que en esa época del año suele estar prácticamente vacío. Pero aquel día era diferente, el tren va lleno y gracias a una buena amiga consigue una litera en el coche-cama. A la mañana siguiente despierta con la sorpresa de que una tormenta de nieve ha obligado a detener el tren, pero hay algo más, un americano, llamado Ratchett, ha sido asesinado con apuñaladas salvajes. A causa de la tormenta, nadie ha entrado ni ha salido del coche-cama. El asesino, se encuentra conviviendo con el detective Poirot, pero… el misterio recae en ¿Quién de los pasajeros lo hizo?
El libro se encuentra divido en tres: “Primera parte”, “Segunda parte: Las declaraciones” y “Tercera parte: Hércules Poirot se recuesta y reflexiona”.
En la primera parte se relatan los hechos superficiales y previos al asesinato: el viaje de Poirot para regresar a Inglaterra, luego de haber resuelto un caso en Siria, primero en el Taurus Express, acompañado por el coronel Arbuthnot y miss Debenham. Posteriormente Poirot decide viajar en el Orient Express, que curiosamente está lleno y no vacío como era de acostumbre en aquellas épocas del año, gracias a la ayuda de su amigo monsieur Bouc, que es director de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, ocupa una litera en el coche-cama, compartiéndola con Héctor MacQueen, debido a que un Sr. Harris no se presentó, pero a la siguiente noche consigue una litera para él solo, cedida por monsieur Bouc. Esa misma noche, cerca de Belgrado, Poirot despierta porque escuchó un misterioso y fuerte ruido, cerca de las 12:47 am, en el compartimiento de al lado, que está ocupado por el millonario Samuel Ratchett. Entonces Poirot se asoma y observa al encargado del vagón, Pierre Michel, que se acerca a la litera de Ratchett y este responde en francés: “Ce n'est rien. Je me suis trompé” (“No es nada, me he equivocado”). Luego de pedir una botella con agua mineral y de escuchar el insistente timbre que salía del compartimiento de mistress Hubbard, Poirot concilia el sueño. Pero un golpe en su puerta le vuelve a despertar, aunque esta vez cuando se asoma, percibe un ambiente silencioso, y sólo ve a una mujer de espaldas, con un quimono escarlata.
Monsieur Bouc le pide a su amigo Poirot que resuelva el caso, siendo él un detective, para entregarlo con mayor claridad a la policía. En la escena del crimen y en el tren encuentran numerosas pistas, como un pañuelo de lino con la letra “H” bordada, un limpiapipas y un botón de un uniforme. Cada pista parece apuntar a un sospechoso distinto, lo que hace pensar que estas han sido simuladas.
Luego de reconstruir un fragmento de una carta quemada, Poirot descubre que Ratchett era un fugitivo de los Estados Unidos, y que su verdadero nombre era Cassetti. Entonces recuerda que cinco años antes, Cassetti secuestró a una niña de tres años llamada Daisy Armstrong. A pesar de que la familia Armstrong pagó una grande suma de dinero por el rescate, Cassetti asesinó a la niña y escapó del país con el dinero. Desde ahí se cobraron vidas, pues Sonia Armstrong, la madre de Daisy, estaba embarazada cuando se enteró de lo ocurrido, esto le hizo dar a luz prematuramente, el niño y ella murieron, debido a esto, su marido se pegó un tiro, además la niñera Susanne al ser considerada como sospechosa por la policía, se lanzó por una ventana y murió.
En el segundo capítulo Poirot asume la responsabilidad de averiguar quién fue el asesino, usando el coche-comedor como escenario de entrevistas a los pasajeros, acompañado por su amigo monsieur Bouc y el doctor Constantine. El orden de las declaraciones es el siguiente: el encargado del coche cama, el secretario MacQueen, el criado Masterman, la dama norteamericana, la dama sueca Ohlsson, la princesa rusa Dragomiroff, el conde y la condesa Andrenyi, el coronel Arbuthnot, míster Hardman, el italiano Foscarelli, miss Debenham y la doncella alemana Hildegarde. En adición a las declaraciones, los tres encuentran el arma usada para asesinar a Ratchett, o Casetti. En las declaraciones hay algo que sorprende a Poirot; el secretario MacQueen dijo que su amo hablaba inglés, pero ningún otro idioma y que él funcionaba más como traductor que como secretario, lo que hace pensar que la voz que oyó el belga cuando se asomó y observó a Pierre Michel próximo al compartimiento de la víctima, no era la voz de Casetti. También revisan los equipajes de los pasajeros, y luego de esto Poirot al querer retirar una caja de cigarrillos de su maleta, se encuentra con que el quimono escarlata con bordado de dragones está en su valija, el detective lo considera como un reto y se regresa al coche comedor para reunirse con sus compañeros.
En la tercera parte se recuestan los tres a pensar en quién fue el asesino, pero monsieur Bouc y el doctor Constantine no lo consiguen, más Poirot si lo logra, aunque no lo dice aún. Posteriormente analizan diez preguntas claves para resolver el caso, y todo empieza a cobrar sentido para el director y el doctor; porque Poirot resuelve el misterio que cada pasajero oculta, de una manera sorprendente e impactante a los ojos del lector, ese análisis que caracteriza al detective. Al final Poirot reúne a los doce posibles sospechosos y da dos soluciones, luego se retira del caso…
Una novela llena de misterio, intrigante y emocionante para quienes sepamos apreciar un género tan complejo como lo es la novela policíaca. Agatha Christie maneja los hilos argumentales de una manera impactante, hace con ellos lo que quiere, los cruza, los distancia, los asemeja y finalmente los une. Además cabe resaltar que en su mayoría la novela transcurre en una parte del tren, la autora maneja bien los espacios y domina la técnica del drama. El lector no necesita una buena memoria, pues a medida que avanza el libro recuerda lo necesario, aunque quien se crea capaz de resolver el caso antes que Poirot, bienvenido.

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